RESPUESTA A JUAN MANUEL ESCAMILLA
Fidencio Aguilar Víquez
RESPUESTA A JUAN MANUEL ESCAMILLA
Revista de Filosofía Open Insight, vol. VI, núm. 10, 2015
Centro de Investigación Social Avanzada
Fidencio Aguilar Víquez
Recibido: 12/11/2014
Aceptado: 13/04/2015
Agradezco la amable réplica a mi texto sobre la otredad en Octavio Paz y su gentil observación sobre mis pasajes rápidos a la poética de nuestro autor y su detención en un tópico de gran relevancia en el Nobel mexicano: el del amor y el erotismo que, sin duda, reflejan y consuman la otredad en un sentido muy especial, el de la culminación. La cita de otros poemas, en particular, el de "Blanco", ilustran sus observaciones al respecto.
Sobre tales observaciones, quiero puntualizar dos cosas: la primera es que la otredad es una forma de entender lo que Paz denomina "la otra voz", y ésta, como se expresa en mi texto, citando desde luego a Paz, no es otra cosa que la poesía en su encuentro con el poeta mediante el poema, es decir, en el lenguaje. Y si bien el erotismo y el amor son lenguajes especiales, el del poeta puede no concretarse en la entrega amorosa, e incluso no darse propiamente en el erotismo, y sí alcanzar, sin embargo, ese contacto con "la otra voz". La segunda puntualización es que me centré tan sólo en dos poemas, "Epitafio para un poeta" y "Mientras escribo", justamente para mostrar la dinámica del binomio analogía/ironía y la noción de otredad en la experiencia del poeta en la contradicción y la paradoja en su vivir y en su morir, por un lado. Por otro lado, en la inspiración que mueve su mano para elaborar el poema como experiencia, justamente, de la otredad en el sentido especial del lenguaje poético. Además, como se ve a lo largo de mi texto, esos dos poemas pueden resumir la experiencia de la poesía moderna y su ocaso en las vanguardias contemporáneas; más aun, pueden ser metáforas de la experiencia del hombre contemporáneo y su experiencia de tocar el abismo, asomarse y decidir lanzarse a él.
Por lo demás, el replicante reflexiona sobre la poesía y expande el territorio añadiendo varios poemas de Paz para ilustrar su recorrido. Su pretensión, como lo explicita en su réplica, es mirar hacia el arte, la filosofía y las ciencias, cosa que, desde luego, escapaba y escapa a mi detención en la noción de otredad, es decir, la reflexión del propio Paz sobre sus poemas y, luego, para ejemplificar, escogí los dos poemas mencionados. En otras palabras, y creo que esto clarificará tanto mi reflexión como la del replicante, si usáramos una metáfora y el pensamiento de Paz fuera una casa, yo me quedé en la sala mirando y observando a la espera de que el responsable de la misma viniera para entablar una charla sobre los motivos de mi visita y de lo que pretendía obtener ahí, mientras que el replicante ya estaba en el jardín contemplando y admirando los árboles y las plantas.
Creo que en toda reflexión se puede divagar, literalmente pasearse, lanzarse a la aventura. Empero, para que dicho andar sea fructífero ha de ser como las excursiones: que luego nos permitan, en la soledad de nosotros mismos y en el diálogo con la otra voz, que siempre para la filosofía será la luz de la razón y para el poeta la inspiración de la poesía, una incursión en nuestra intimidad; porque los caminos también son interiores. Por lo pronto, en la discusión entre el replicante y yo, se abrieron dos caminos, dos veredas, dos paisajes de acercamiento a la obra de Paz. Ello enriqueció la perspectiva y ya el lector podrá escoger cuál vía le resulta mejor para degustar y, por sí mismo, acercarse a nuestro poeta.