Reseña de Comunidad y pedagogía. La filosofía platónica de la educación, de Claudio César Calabrese. Zacatecas: Texere. 2018. 222 pp.
Federico Nassim Bravo Jordán
Reseña de Comunidad y pedagogía. La filosofía platónica de la educación, de Claudio César Calabrese. Zacatecas: Texere. 2018. 222 pp.
Revista de Filosofía Open Insight, vol. X, núm. 19, 2019
Centro de Investigación Social Avanzada
Federico Nassim Bravo Jordán fbravo@up.edu.mx
Universidad Panamericana, México
Platón, nadie lo pone en duda, ocupa un puesto principal en el olimpo filosófico; sus comentaristas, en consecuencia, son multitud. Por generaciones, el intento usual de los exégetas y estudiosos del platonismo ha consistido en desentrañar en la medida de lo posible los elementos del pensamiento del filósofo ateniense. Se ha tratado, pues, de exprimir afirmaciones y sentencias, de manera que al final les sea posible exclamar: «Esto lo dijo y lo pensó Platón». La teoría es su componente principal.
El libro más reciente del Dr. Claudio César Calabrese, Comunidad y pedagogía. La filosofía platónica de la educación, ofrece un enfoque distinto. El autor destaca el carácter práctico, a menudo relegado al olvido, tan decisivo en la filosofía platónica. Insiste en el hecho de que, más que un teórico, Platón era un educador, y que su vocación, contrario a lo que insinúa el lugar común, no era la especulación por sí misma, sino la formación de ciudadanos, una tarea que resultaba tanto más urgente cuanto que la Atenas de su época se encontraba en un penoso estado de bancarrota cultural. Calabrese señala con razón que la crisis ateniense no nos resulta ajena. La filosofía educativa de Platón, subraya el autor, constituye un apoyo indispensable para nuestra época.
El tema del libro, Platón y la educación, es el fruto de las reflexiones del profesor Calabrese durante el curso de posgrado impartido entre 2002 y 2006 en la Facultad de Filosofía de la Università degli studi di Cassino, y se encuentra inscrito dentro de la línea de investigación «Mito, conocimiento y acción» de la Universidad Panamericana, campus Aguascalientes, donde el profesor Calabrese es investigador de tiempo completo.
La obra está organizada de forma sencilla. Después de la introducción (15-24), en el primer capítulo se ofrece un comentario general sobre la biografía y el contexto cultural de Platón (25-29), así como un esquema con la evolución y las distintas problemáticas planteadas en los Diálogos (29-37). El segundo y último capítulo, mucho más extenso, se divide en dos partes. En la primera (39-122), se aborda el pensamiento de Platón desde una perspectiva temática. El profesor Calabrese hace aquí un amplio recorrido a través de algunos de los temas principales de la filosofía platónica: su rechazo a la sofística, la gnoseología, la necesidad de la educación estética en la formación del ciudadano, el papel de la poesía y el mito en la educación, etcétera. El hilo conductor de este recorrido es, desde luego, la educación entendida como formación cultural. En la segunda parte (135-207), Calabrese analiza cinco diálogos fundamentales para la comprensión de la filosofía platónica de la educación: Protágoras, Menón, Fedón, República y Teeteto.
La estructura del libro es eficiente, ordenada y hace que la consulta de cuestiones particulares resulte fácil para el lector. Sin embargo, lo anterior no significa que se trate de un trabajo de disección. El discurso mantiene el dinamismo esencial del pensamiento platónico. El lector podrá constatar que el profesor Calabrese se mueve con agilidad y desenvoltura a través de los caminos sinuosos de la filosofía platónica. En este recorrido lo auxilian su dominio de las lenguas clásicas y su conocimiento de las diversas discusiones acerca de su tema de investigación. El libro, en efecto, está salpicado de referencias a autores clásicos como W. K. C. Guthrie, Werner Jaeger o Albin Lesky, pero también dialoga con estudiosos contemporáneos de la cuestión de la pedagogía platónica, como Sophie Bourgault, Amelia Broccoli y Paolo Impara.
A diferencia de otros estudios que han abordado la difícil e importante cuestión de la pedagogía en el pensamiento de Platón y que por lo regular concentran sus esfuerzos en el análisis de los diálogos que de forma tradicional se consideran “representativos” del tema de la educación platónica, tales como República y Leyes, el libro del profesor Calabrese emprende la ambiciosa tarea de abarcar todas las áreas principales de la obra del filósofo ateniense. Con este monumental esfuerzo sintético se demuestra el carácter integral del corpus platónico, especialmente con relación al concepto de la paideia.
Frente a la visión limitada que está convencida de que los diálogos tratan un único tema determinado (el Fedón expone la psicología platónica, el Timeo contiene su cosmología, etcétera), en Comunidad y pedagogía. La filosofía platónica de la educacion se sugiere que la vocación pedagógica de Platón recorre y permea todos los rincones de su filosofía.
Platón estaba preocupado por su época y su pensamiento estaba orientado a la mejora esencial de las instituciones políticas de su ciudad, Atenas, y de Grecia en general. La herida se abrió desde la época dorada ateniense de Pericles y los sofistas, pero comenzó a supurar con el colapso de la democracia tras la Guerra del Peloponeso. Tanto el régimen de los Treinta, con el cual Platón estaba ligado por su parentesco con Critias, como el régimen democrático restaurado que ordenó la ejecución de Sócrates dejaron a nuestro filósofo profundamente decepcionado. En la filosofía descubrió el remedio:
Sin embargo, no dejaba de reflexionar sobre la posibilidad de mejorar la situación y, en consecuencia, todo el sistema político, pero sí dejé de esperar continuamente las ocasiones para actuar, y al final llegué a comprender que todos los Estados actuales están mal gobernados; pues su legislación casi no tiene remedio sin una reforma extraordinaria unida a felices circunstancias. Entonces me sentí obligado a reconocer, en alabanza de la filosofía verdadera, que sólo a partir de ella es posible distinguir lo que es justo, tanto en el terreno de la vida pública como en la privada (Platón, 1992: 325d - 326a).
Esto llevó a Platón a lanzarse a la aventura, a menudo desafortunada, de intervenir en los asuntos de Siracusa de Sicilia, pero también a fundar su famosa escuela, la Academia, la cual estuvo marcada desde su nacimiento por ese afán formativo que tanto le interesaba al filósofo. Frente al relativismo subjetivista —representado durante el periodo clásico por el movimiento sofista— de la democracia ateniense, Platón estaba convencido de la fuerza positiva de la filosofía, capaz de transformar para bien el alma del ser humano —de enseñarle, de ahí el elemento pedagógico— y de dirigir su búsqueda del bien y la belleza. El marco de este camino de perfeccionamiento siempre es, para Platón, la polis: la comunidad, el otro.
El profesor Calabrese recoge y analiza en su libro esta vocación pedagógica del platonismo, y descubre en la crisis cultural de la Antigüedad clásica un reflejo de los malestares de nuestra propia época. Con esto en consideración, el autor expone el propósito de su estudio de la siguiente manera:
Paradójicamente, nuestra época todavía no ha superado la crisis de la noción de sujeto declarada por la modernidad; en ese contexto, la formación y la interrelación con los otros padece de incertidumbre. La intención de esta obra, que puede ser tildada de ingenua, pero nunca de irresponsable, es acercar al lector novel una aproximación afirmativa acerca de la relación entre el sujeto —a Platón le gustaba decir “el alma del hombre”— y los otros, es decir, la comunidad política, la ciudad, el espacio en el que conviven dioses, hombres y circunstancias (15-16).
La crisis de la modernidad, que tiene su origen en la exaltación de la subjetividad y la supremacía de la técnica, confronta y colisiona al individuo con su mundo o, como lo expresa Calabrese, con «los otros». La pedagogía platónica tiene en este sentido un carácter conciliatorio, pues cauteriza la herida abierta, la brecha, que separa al ser humano de su comunidad. Frente a la alienación moderna de lo superfluo y efímero, Platón enseña no solo que el hombre puede buscar lo bueno, lo bello y lo eterno —aquello que permanece en medio de todo—, sino que es capaz de descubrir esa eternidad dentro de sí mismo.
La obra está dirigida, desde luego, a aquellos estudiosos interesados en la discusión acerca de la pedagogía en la Antigüedad clásica. Sin embargo, además del análisis conceptual de la filosofía de la educación en Platón, este libro nos ofrece, casi sin quererlo, un recorrido completo, aunque compacto y ameno, del pensamiento del ateniense. En este sentido, el libro del profesor Calabrese representa una herramienta idónea para profesores y estudiantes de Platón. Con el propósito de discutir la didáctica platónica, el libro es por sí mismo didáctico. Gracias al discurso claro y accesible del autor, cualquier lector puede —y debería hacerlo— tomar esta obra y aprender de Platón.
Referencias
Calabrese, C. (2018). Comunidad y pedagogía. La filosofía platónica de la educación. Zacatecas: Texere. 222 pp.
Platón. (1992). “Carta VII”, en Diálogos, volumen VII. Madrid: Gredos, pp. 485-531.