Editorial

Fidencio Aguilar Víquez, Ramón Díaz Olguín

Editorial

Revista de Filosofía Open Insight, vol. 11, núm. 23, 2020

Centro de Investigación Social Avanzada

Fidencio Aguilar Víquez

Centro de Investigación Social Avanzada, México


Ramón Díaz Olguín

Centro de Investigación Social Avanzada, México


La reconstrucción que nos aguarda

La pandemia provocada por la COVID-19 nos ha mostrado la fragilidad de nuestra condición humana, la de los sistemas sanitarios —aun los de países desarrollados— y la de la economía. Tan sólo en América Latina, los nuevos pobres podrían ser entre 35 y 45 millones de personas y no será sino hasta el 2030 cuando volvamos a condiciones económicas similares a las que había antes de la crisis sanitaria. Los efectos de esta devastación están a la vista y las secuelas todavía están por verse en los rubros sociales y de desarrollo humano. Lo que está a la vista es la reconstrucción que nos aguarda, en medio de una sociedad empobrecida. El camino será arduo y difícil.

Es verdad que varios de los problemas ya existían antes. El deterioro ecológico, el tráfico de personas, armas y estupefacientes, el fundamentalismo ideológico y/o religioso, ya causaban sus estragos desde antes de la pandemia; con ésta en pleno apogeo, sin embargo, lo curioso es que esos fenómenos siguieron causando sus estelas de afectación en la vida del planeta, de violencia y de muerte. Es muy probable que, pasada la crisis de la COVID-19, subsistan varias de esas amenazas. El horizonte de la reconstrucción parece más complicado y doblemente difícil de remontar.

Lo complejo del futuro inmediato y de mediano plazo se viene a agravar más si consideramos la dinámica del mercado y del estado. Se plantea —con justa razón— el fracaso del mercado, sobre todo en su vertiente capitalista, híper-consumista y neoliberal. Los cuadros que ha pintado a lo largo de más de tres décadas son de inequidad y miseria. La nueva forma de activar la economía —se dice— tiene que ir por otros senderos, más humanos, más solidarios y atendiendo a los sectores más vulnerables de la sociedad. La hipótesis de trabajo, empero, es que el mercado no puede ser absoluto ni el principio rector del mundo post-pandemia. Ha de estar sometido, sostienen esas voces, a la rectoría del estado. Esta premisa tampoco es tan alentadora, sobre todo tomando en cuenta que también, durante el siglo XX, la total rectoría del estado, sobre todo en manos ideologizadas, generaron los totalitarismos que auspiciaron los campos de concentración y los gulags.

Señalar lo anterior no significa que hayamos de prescindir del mercado o del estado, sino que debemos introducir en ellos elementos humanitarios, éticos y de limitaciones de poder, sobre todo en las decisiones que pongan en riesgo a las personas más vulnerables. Un mercado libre y solidario es deseable y necesario. Lo mismo que un estado de derecho, democrático, responsable y con límites muy bien definidos, que no deje lugar a la arbitrariedad. Una conciencia crítica y moral del poder siempre será necesaria para poner límites a quienes deciden sobre los asuntos públicos.

Mercado y estado conducidos y limitados por una conciencia crítica y moral del poder por parte de los diversos sectores de las sociedades y de la comunidad internacional se vuelven necesarios para la reconstrucción que nos aguarda. Los conocedores de la economía han señalado que el peligro no sólo es la pandemia y su carga de muerte, sino una crisis que puede producir hambruna y extender esa carga a las personas más vulnerables de las poblaciones. Por parte del estado, las amenazas tienen que ver con el descrédito de la democracia como el medio más eficaz de la participación social en los asuntos públicos; la pandemia y la crisis que ha producido pareciera que abre la posibilidad del arribo de líderes políticos y de gobernantes de mano dura y arbitraria. De nuevo la sombra del autoritarismo, por decir lo menos, se vuelve a asomar y se torna amenazante. Se hace necesario repensar los alcances y dimensiones de estas dos instituciones fundamentales para la dinámica social de los pueblos.

En los ámbitos del mercado y del estado los retos son apremiantes. En las regiones de mayor empobrecimiento, como lo es América Latina, se requiere una reconstrucción que parta de una condonación de la deuda externa de los países más pobres y devastados. La situación lo amerita, así como el impulso de una banca de desarrollo que atienda a esos sectores que pueden reanimar las economías locales para su reinserción en economías regionales y del globo. Como se ha dicho, se necesitan mercados que pongan a las personas en el centro de su dinámica, es especial a los más pobres y marginados. Una sociedad fraternal puede surgir si hay empeños de una nueva forma de convivir humana. Para lograr esto se requiere de estados con gobiernos abiertos, democráticos y transparentes, que rindan cuentas a sus ciudadanos sin demagogia y sin autoritarismo. Si esto se logra es posible que el combate a la corrupción sea efectivo y eficaz. Los gobiernos podrían lograr con esto centrarse en resolver no sólo la crisis sanitaria sino los problemas que se mencionaron arriba, como la violencia y la inseguridad.

La pandemia también ha provocado dinámicas nuevas en los diversos ámbitos de la actividad humana. La vida familiar es la primera; diversos datos apuntan al incremento de violencia al interior de este espacio que debiera garantizar la seguridad y el desarrollo integral de sus integrantes. El ingreso se ha vuelto otro tema de vital importancia, su disminución y ausencia está lastimando no ya el futuro sino el presente mismo de esta institución de primer orden del desarrollo humano. Otro espacio es el del trabajo; nuevas formas de producción están emergiendo y se están dinamizando. Las empresas que abren fuentes de empleo requieren el apoyo y el sostén del mercado y del estado, sobre todo a nivel local. La escuela y la educación representan otro espacio de convivencia que se ha transformado en su dinámica y en su forma de subsistencia. Las nuevas tecnologías exigen al mismo tiempo formas creativas de trabajo y de aportación al bien común. La política es otro ámbito que se ha modificado pero que tiene el reto de transformarse en verdadero espacio para el desarrollo humano integral. Las elecciones que vienen en el segundo semestre de este año y a lo largo del año siguiente, serán una oportunidad para rechazar políticas y programas que no han dado resultados en la resolución de problemas; también para promover e impulsar nuevas formas de participación social y de decisiones conjuntas entre gobiernos y gobernados.

Un punto especial para apuntar y considerar es la aportación de las mujeres en todas estas dinámicas y ámbitos de acción humana. También para mirar sus necesidades y su vulnerabilidad. En las familias, la escuela, el trabajo y la política, su aportación ha sido elocuente. Se requiere mayor equidad de género sin que esto signifique privilegios que ellas mismas rechazarían. Reclaman reconocimiento y espacios sobre todo en los asuntos públicos.

La reflexión filosófica siempre nos ayudará a situarnos en este momento histórico y a trazar los horizontes de un mayor desarrollo humano integral que tenga como centro a la persona, su dignidad y lo que ello implica en los diversos ámbitos de actividad humana. El estudio y el mirar las verdades, lo que en la larga tradición platónica significa el mundo de las Ideas, ahora, gracias a la filosofía contemporánea, deberá estar encarnado en lo concreto y viviente. Esta mirada es más honda y nos permitirá, en estos tiempos de pandemia, mirar la realidad de forma integral. Sólo así comprenderemos lo que somos como personas y la tarea que, como tales, estamos llamados a realizar, especialmente en la reconstrucción del mundo desde nuestras situaciones locales.

Este número de Open Insight abre, en la sección Coloquio, con una entrevista de Ángeles de León a una de las figuras más importantes del mundo de la lógica del pasado siglo y también del presente: el filósofo norteamericano Walter Redmond. En ella se repasan los años de formación intelectual en su país de nacimiento junto con los años de convulsión filosófica y religiosa que los acompañaron pero, sobre todo, se recuerdan los años de docencia universitaria en distintos países de América y Europa, los encuentros intelectuales en los distintos foros académicos y las grandes amistades que surgieron a partir de ello. A través de la entrevista, se da cuenta también de las aportaciones científicas en el campo de la lógica y de la historia de la lógica en la América Novohispana.

La sección Estudios presenta, en esta ocasión, cuatro contribuciones nacionales y dos provenientes del extranjero. Desde Hungría, Szalay presenta un análisis fenomenológico de la vida marital que, entendida desde su raíz sacramental, modifica esencialmente la constitución de la temporalidad. De este análisis, el autor desprende interesantes conclusiones sobre cómo la vida en unión con la persona amada transforma de raíz la vivencia del pasado y la memoria, al mismo tiempo que abre nuevos horizontes de sentido para el propio cuerpo, siendo en último término una manifestación, acaso limitada pero pura, de lo eterno y divino. Así, el tiempo, según el autor, se muestra co-constituido de manera ontológica, epistemológica y ética siempre que la relación con el otro esté mediada por el amor. Desde Chile, por su parte, Lambert Ortiz y Guerrero Santalices repasan las aportaciones de Max Scheler y Martin Heidegger sobre la evidencia de la muerte desde un punto de vista fenomenológico. Tomando como referencia la concepción de fenomenología elaborada por Edmund Husserl en las Investigaciones lógicas —especialmente la Quinta de ellas— los autores se preguntan si es posible tener una evidencia interior, subjetiva, de la muerte, sin apelar a la experiencia de otras personas pero, sobre todo, sin acallar esta experiencia personal por formas de vida cotidiana que la reducen y neutralizan en la conciencia. Scheler responde a esta posibilidad desde un meticuloso análisis del a priori de la vida, mientras que Heidegger lo hace desde la inmanente dirección de la vida hacia su fin.

Por lo que respecta a la producción nacional, Villa Sánchez ofrece un análisis de la Metafísica de Aristóteles con miras a mostrar la enorme cercanía de su pensamiento con el de su maestro Platón, no obstante la ruptura filosófica entre ambos, que ha sido acentuada entre los estudiosos a través de la historia. El autor sitúa esta cercanía en el concepto de εἶδος (especie), en su relación con el concepto de οὐσία (substancia), al preguntarse por el «ser» en sentido auténtico. Un momento central de la exposición —no exento de dificultades— es la consideración del εἶδος como eterno, ingenerado, sin fin, que de alguna manera confiere a todos los entes un carácter «divino». Mientras tanto, Vega Castro se adentra en su contribución en la producción filosófica del joven Heidegger—y, por tanto, previa a la publicación de Ser y tiempo— para fijar el concepto de «preteórico» del que se vale el pensador de la Selva Negra para elaborar la fenomenología de la vida fáctica que formuló por aquellos años, con la cual se distanciaba de la pretensión teorética característica del pensamiento tanto moderno como antiguo. La clarificación de este concepto se hace a través de la contraposición crítica con los conceptos de los cuales se distancia: lo teórico por un lado y la θεωρία por el otro. Por su parte, Aguirre de la Luz da cuenta del vínculo —no siempre fácil de clarificar— entre la tradición oral y la aparición de la escritura, especialmente en relación con el surgimiento de la filosofía griega antigua. Con ayuda de las investigaciones más relevantes del último siglo en el mundo de la lingüística, la autora analiza la influencia de la escritura sobre la forma del pensamiento forjado en una tradición oral; pero, a su vez, resalta el papel que jugó la tradición oral en la conformación del pensamiento filosófico antiguo, en lo tocante a la elaboración de su vocabulario filosófico. Por último, Castro Manzano propone un método de prueba arborescente para la lógica de términos modal de George Englebretsen, con lo que aporta una actualización a la familia de lógicas de Sommers. Esto resulta interesante porque nos invita a volver la mirada hacia las lógicas de términos con la finalidad recuperar lo que en ellas es recuperable, especialmente después de las críticas contemporáneas de impronta Fregeana.

En la sección Hápax Legómena se propone una de las reflexiones más autorizadas del mundo medieval sobre el problema moral del aborto provocado —de gran relevancia para las actuales discusiones bioéticas— debida a la pluma del médico perusino Gentile da Foligno. El breve tratado es traducido e introducido por González Nares, quien, además de ofrecer el contexto histórico en el que se movió su autor, destaca, ante todo, las implicaciones antropológicas y morales de esta controvertida cuestión médica mediante una sucinta exposición de su contenido.

En la sección Reseñas, por último, Gutiérrez Lozano nos aproxima a la filosofía de la religión de Andreas Koritensky, profesor de la Facultad de Teología de la Universidad de Paderborn. La intención que guía los intereses intelectuales de este profesor alemán es renovar la filosofía de la religión tomando como punto de referencia la llamada «epistemología de la virtud» (virtue epistemology). La parte central de su obra es la sistemática, donde propone una fenomenología de las convicciones religiosas, donde no sólo se analizan éstas como vivencias individuales de cada hombre, sino también se estudian como «sistemas» que moldean el pensamiento y las acciones de toda una comunidad humana.

Secciones
Cómo citar
APA
ISO 690-2
Harvard
Revista de Filosofía Open Insight
ISSN: 2007-2406
Vol. 11
Num. 23
Año. 2020

Editorial

FidencioRamón Aguilar VíquezDíaz Olguín
Centro de Investigación Social AvanzadaCentro de Investigación Social Avanzada,MéxicoMéxico
Contexto
Descargar
Todas