Reseña de Glaube, Vernunft und Charakter. Virtue Epistemology als religionsphilosophische Erkenntnistheorie, de Andreas Koritensky, Stuttgart: Kohlhammer, 2018, 204 pp.

Carlos Gutiérrez Lozano

Reseña de Glaube, Vernunft und Charakter. Virtue Epistemology als religionsphilosophische Erkenntnistheorie, de Andreas Koritensky, Stuttgart: Kohlhammer, 2018, 204 pp.

Revista de Filosofía Open Insight, vol. 11, núm. 23, 2020

Centro de Investigación Social Avanzada

Carlos Gutiérrez Lozano

Instituto Tecnológico Autónomo de México, México


Después de sendos libros sobre la filosofía de la religión de Ludwig Wittgenstein y John Henry Newman, ahora Andreas Koritensky, profesor en la Facultad de Teología de Paderborn, presenta este estudio —reelaboración de su tesis doctoral en Teología— en el que busca una alternativa en la filosofía de la religión que sea novedosa y atrayente para las personas de hoy. Tal alternativa cree encontrarla en la epistemología de las virtudes, 1 la cual interpreta desde el propio título como una epistemología de la filosofía de la religión.

La filosofía de la religión: crisis y nuevos caminos

Para esto hace un pequeño diagnóstico: la filosofía de la religión ha sufrido una crisis significativa, ya que conceptos fundamentales como verdad, justificación o saber han perdido importancia. Pero en dicha crisis pueden explorarse caminos nuevos: Koritensky sugiere que hoy día es más significativo hablar de “rendir cuentas, dar razón” (Rechenschaftslegung, logos didonai) (2018: 11), que de justificación de las creencias. En este rendir cuentas, la epistemología de las virtudes puede dar, según la hipótesis del autor, fruto abundante, porque opera bajo la analogía entre los procesos de valoración ética y aquellos de la epistemología: “la aplicabilidad del concepto de virtud en la epistemología se basa en la aceptación de que la formación de convicciones es también una forma de praxis” (2018: 114). La tesis central es que las personas pueden ser responsables, hacerse cargo de sus convicciones de manera análoga a como lo hacen en sus acciones. Esto tiene implicaciones que se van desarrollando a lo largo del libro: que las convicciones religiosas no son actos exclusivamente «intelectuales» sino actos de la persona; que incluyen necesariamente la pregunta por el sentido; que la filosofía de la religión tiene que recuperar su fundamentación en la antropología; y la más importante, que no existe un único ideal (antes: el saber), sino una pluralidad epistemológica. Tales modelos son concretos y legitimados por la comunidad, por lo que la confrontación y el diálogo son irremplazables.

El trabajo está dividido en nueve capítulos, los tres primeros históricos, los tres siguientes (según al autor, los principales) sistemáticos y los tres últimos prospectivos.

Parte histórica

En los tres primeros se encuentra un intento de recuperación y fusión de la concepción antigua griega de la filosofía como modo de vida y de la praxis cristiana de dar cuenta de la fe por medio del testimonio. La exposición de Tomás de Aquino (ejemplo de externalismo), Locke (ejemplo por excelencia de evidencialismo) y algunos representantes de la filosofía analítica de la religión (Swinburne, Alston, Plantinga, William Clifford) le sirve a Koritensky para mostrar algunos callejones sin salida y las posibles salidas a los mismos.

Con apoyo en Wittgenstein sugiere el primado de la acción sobre el conocimiento, de lo «animal» (emociones) sobre lo intelectual, de la comunidad sobre el individuo (2018: 66-69); y con apoyo en Newman, la pluralidad de actitudes fundamentales ante la realidad (seriedad de la búsqueda de verdad, virtudes para alcanzar el conocimiento cuando es difícil y la importancia de la comunidad para lograr el conocimiento) (2018: 69-70). Considera a Newman, Anscombe, Foot y MacIntyre como precursores de la epistemología de las virtudes; y a Sosa y Code como los primeros esbozos.

Parte sistemática

La parte sistemática inicia con una —para Koritensky, muy necesaria y, hasta ahora, no suficientemente desarrollada— fenomenología de las convicciones religiosas, la cual arrolla una diversidad de ideales epistemológicos, ya que tales convicciones no solo se expresan en proposiciones individuales, sino también en sistemas, imágenes, acciones. Para establecer la relación entre ellas, nuestro autor recurre a la famosa imagen wittgensteiniana de los «parentescos de familia». Retoma el concepto de «prácticas doxásticas» de Alston para designar todas estas posibilidades, pues “la formación de convicciones está incrustada en una red creciente de sistemas de referencia de la constitución mental del hombre” (2018: 95).

La epistemología de las virtudes es una aproximación reciente, y aquí es donde puede verse, si es que lo es, la limitación del trabajo, por lo que el desafío al que hace frente aún está por resolverse: el papel epistemológico de las emociones, pues este determinará su inserción en la praxis y la motivación para la formación de convicciones. Todos los ideales de conocimiento implican virtudes específicas, todos los ideales intelectuales implican personas reales que tienen un determinado carácter, el cual es el resultado de determinadas actitudes, acciones y hábitos… virtudes. Se presenta nuevamente el paralelismo entre el intelecto con búsqueda de la verdad y la virtud con la correcta manera de actuar. Además, la verdad también se considera como un bien, por lo que es relevante para la acción. Korintensky considera que Aristóteles sigue siendo una referencia imposible de pasar por alto, pero que puede y debe ser completada. Tales son los intentos de Sorabji, Zagzebski, que el autor considera incompletos pero llenos de intuiciones. Lo mismo puede decirse de esta obra que reseñamos, pues el papel de la emoción sigue irresuelto.

La adquisición de virtudes también ocurre de muchas maneras. Aquí discute nuestro autor las propuestas de MacIntyre, Julia Driver, Robert y Wood, y Montmarquet, uniéndolos en que las virtudes epistémicamente relevantes son las que “apoyan los procesos cognoscitivos (correcta formación de convicciones) o los hacen posibles en primer lugar” (2018: 128). El trabajo llega a su culmen en el capítulo seis donde se ensaya la valoración de las convicciones, echando mano del paralelismo antes mencionado. Aquí, Koritensky discute las propuestas de Harry Frankfurt y el cuidado (Sorge, care) y el amor de Iris Murdoch (la cual, por cierto, considera a la persona de manera casi idéntica que Newman: como un ser que valora y actúa, como ser histórico que progresa). Una cita que posiblemente resume la epistemología de las virtudes como epistemología de la filosofía de la religión es:

La mirada realista y cariñosa podría interpretarse como una forma temprana —no necesariamente la más temprana— de la práctica cognoscitiva de los seres sociales y actuantes, que, sin embargo, con la creciente complejidad de las culturas humanas, también se extiende —similar a las familias— y puede adoptar diferentes formas. La fe religiosa es, pues, una de esas formas, la empatía humana o las argumentaciones bien fundadas en un discurso filosófico son ejemplos de otras formas (2018: 138).

Koritensky apuesta por un uso pragmático (en sentido de necesario para la vida plena de la persona) de la verdad y por la pluralidad de ideales epistémicos, entre los cuales menciona el ideal de la episteme/scientia, basado en la contemplación (teoría); el ideal de la facultad «informal» de juzgar, basado en la familiaridad con las situaciones concretas; y el ideal del trato familiar con las personas.

Parte prospectiva

La parte prospectiva invita a la recuperación de la fe o creencia religiosa como una forma de vida orientada a la salvación. A la pregunta de si será posible captar filosóficamente la relación entre conocimiento y vida ahora que ya no se dispone de la metafísica clásica, Koritensky sugiere las respuestas de Schleiermacher (separación entre metafísica y religión al precio del subjetivismo) y la de Wittgenstein de anclar las creencias religiosas en la vida y considerar lo religioso como situación original que permite la representación sinóptica.

Pero para Wittgenstein la actitud es fundamental, en su caso la veneración (lo que recuerda la caritas de Tomas de Aquino), de modo que “la actitud religiosa fundamental como factor formativo en el surgimiento de la conceptualización, el trato intelectual con el mundo” (2018: 164).

Así pues, considero que la propuesta de Koritensky es desafiante, pero prometedora. Hay muchas cuestiones que deben profundizarse aún, pero el camino, me parece, es el adecuado. Comparto el optimismo del autor de que la epistemología de las virtudes tiene mucho que aportar a la filosofía de la religión actual.

Referencias

Koritensky, A. (2018). Glaube, Vernunft und Charakter. Virtue Epistemology als religionsphilosophische Erkenntnistheorie, Stuttgart: Kohlhammer.

Notas

1 Ver la entrada“Virtue epistemology” en la Stanford Encyclopedia of Philosophy (https:// plato.stanford.edu/entries/epistemology-virtue/) y en la Internet Encyclopedia of Philosophy (https://www.iep.utm.edu/virtueep/).

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Revista de Filosofía Open Insight
ISSN: 2007-2406
Vol. 11
Num. 23
Año. 2020

Reseña de Glaube, Vernunft und Charakter. Virtue Epistemology als religionsphilosophische Erkenntnistheorie, de Andreas Koritensky, Stuttgart: Kohlhammer, 2018, 204 pp.

Carlos Gutiérrez Lozano
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